ENTRE LAS PAJAS

El día 24 de diciembre, por la noche, entre el 24 y 25, nace en un pobre establo de Belén, el Niño Dios.

Su Madre, la Santísima Virgen María, transfigurada por el misterio de su Hijo recién nacido, trata de comprender los designios de Dios hacia su persona. No cabe de gozo por la preferencia del Altísimo, al contemplar entre las pajas del pesebre a Jesús encarnado: tan tierno, tan frágil, dependiente de sus padres.

La Virgen María adora y contempla a la Creatura bendita, y se une a los Ángeles en el coro de sus cantos. Los Ángeles dan gloria a Dios en las alturas y dicen: paz a los hombres de buena voluntad, que son imagen y semejanza de Dios.

Esta teofanía que redime a la humanidad pasará a completar los vacíos dejados por los rebeldes en el Cielo. Estar conscientes de la trascendencia de la Navidad hará que el valor de las cosas tome el verdadero sentido de la Historia.

El hombre caído que permanece voluntariamente en este estado, nunca se ve elevado hasta el trono de Dios, siempre estará en conflicto con sus hermanos y hará de este mundo un infierno anticipado, al no aprovechar la Redención y el pago anticipado de sus deudas por el pecado, que fue el motivo de la Encarnación del Verbo.

El mundo actual es un reflejo del rechazo de la Redención. Todo el mundo se preocupa de la política, y de la guerra, sin tener en cuenta que en esta Navidad, Dios con nosotros se encuentra entre las pajas.

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