CON EL ROSTRO POSTRADO EN TIERRA
El pueblo nicaragüense se encuentra "postrado y con el rostro en tierra", tal es la descripción que hace un Sacerdote, desterrado por el régimen dictatorial, sobre la situación en que se encuentra el pueblo hermano de Nicaragua. Desde antes del año 2018, Daniel Ortega y Rosario Murillo arreciaron la persecución contra la oposición en general: políticos, periodistas, intelectuales, empresarios y todo aquel que pudiera representar una voz de descontento y lo manifestara públicamente. La represión trae como consecuencia manifestaciones del pueblo en señal de descontento y de rechazo a la pareja de gobernantes; manifestaciones que fueron duramente reprimidas, por lo que hay gran cantidad de gente herida y la Iglesia Católica les presta ayuda a las víctimas, protegiéndolas y prestándole los primeros auxilios, hechos que enfurecen a los gobernantes.
A partir de entonces la Iglesia Católica pasa a ser centro de ataques, aunque también otras confesiones en menor escala. La cólera de la dictadura no tarda en materializarse, expulsan de Nicaragua al Obispo Monseñor Silvio Báez junto al Padre Edwin Román y es a partir de entonces que Daniel y Murillo estarán vigilando a los católicos para tener un pretexto y hacer más patente su poder de dominio absoluto en toda la vida de los nicaragüenses, además de amedrentar a todo aquél que se atreva a cuestionar o criticar al Gobierno.
En marzo de 2022, el Nuncio Apostólico, Monseñor Waldemar Stanislaw Somertag es expulsado de Nicaragua; su delito fue acompañar la "mesa de diálogo" entre el Gobierno y la oposición. Como su actuar fue imparcial y sincera, no les agradó a los cuasi dueños del país centroamericano. Y ya envalentonados, comienzan los ataques más directos contra la jerarquía de la Iglesia Católica, apresan Obispos, Curas y seminaristas. Cierran medios de comunicación católicos y les bloquean cuentas bancarias con el fin de complicarles sus actividades pastorales y de solidaridad con el pueblo en general.
Con el fin de que no pase desapercibido la represión que sufrieron los partidos políticos y principalmente sus posibles candidatos, en las pasadas elecciones, nos parece pertinente mencionar este hecho tan lamentable pues con esto la democracia queda totalmente sepultada y las esperanzas de libertad de nuestros hermanos nicaragüenses se esfumaron por mucho tiempo. Daniel Ortega y Rosario Murillo han impuesto su dictadura impunemente.
La periodista Patricia Molina, expatriada y que vive en los EE.UU. ha estado documentando y denunciando los ataques del régimen a la Iglesia Católica en sus propiedades, iglesias, colegios, centros de beneficencia, medios de comunicación etc. aparte de las agresiones a Obispos, Sacerdotes seminaristas y Monjas. De 2018 a la fecha, van cerca de ochocientas agresiones. En el año anterior, fueron 275 actos violentos perpetrados por la policía y cuyas denuncias nunca son atendidas y, en ocasiones, los denunciantes son acusados de ser los responsables de lo que denuncian. Así de fácil y así de eficiente es la justicia que aplican en un país socialista, enemigo de la religión Católica.
El Comité Internacional de la Cruz Roja también ha sufrido los ataques de la pareja Ortega-Murillo y quienes, en su embriaguez de poder, no toleran ver ojos en otra cara y menos instituciones independientes que no se les sometan, que actúen en favor del pueblo, que ignoran que ellos y sólo ellos, son los dueños absolutos de cada nicaragüense y de su destino. Ellos, y solo ellos, tienen el derecho de marcar el camino por el que ha de andar su pueblo que tanto dicen amar. Lo contrario es producto de la perversa propaganda de los imperialistas y sus personeros en el país.
Podríamos seguir mencionando los sufrimientos a que están sometidos nuestros hermanos nicaragüenses y en especial los católicos, sometidos y amedrentados, y con el desconsuelo de saberse abandonados a su suerte, con sus Pastores obligados a permanecer fuera del país. Poca o nula ayuda reciben de los organismos de derechos humanos y hasta de la más alta jerarquía de la Iglesia que hace declaraciones frías y nulas condenas enérgicas hacía los socialistas. No les mueve el saber que los dictadores tienen a casi todo el pueblo hermano "con el rostro postrado en tierra".