NICARAGUA: EMBRUJADOS Y EMBRIAGADOS DE PODER
Estoy segura de que después de más de veinte años en el poder, nadie cree que la pareja que gobierna Nicaragua, Ortega-Murillo, tenga el menor tinte evangélico como lo han pregonado hipócritamente por años.
Desde sus años mozos, Daniel Ortega y Rosario Murillo simpatizaron con el Frente Sandinista de Liberación Nacional y fueron adoctrinados en las filas marxistas del
FSLN; y los leves barruntos de cristianismo que quizá traían desde niños, pronto fueron borrados de su memoria para lavarles el cerebro con las ideas revolucionarias que profesaba el Sandinismo.
Al enseñarles a odiar al imperialismo y a la dictadura reinante, aprendieron a amar el poder, conseguido a través de la violencia, del sometimiento del pueblo, del hostigamiento a la propiedad privada, del acallamiento a la libertad de expresión, de la amenaza a religiosos y fieles católicos, y del encarcelamiento a todo al que se atreviera a oponérseles.
Después de varios años de gozar las mieles del poder, vinieron para Ortega años de frustración al verse vencido en las elecciones presidenciales de 1990, 1996 y 2001, y entonces... ¡buscó y encontró el modo de ganar!
¿Qué tuvo qué hacer Ortega a fin de poder convertirse en el ansiado Presidente de Nicaragua?... ¡Camuflarse de creyente!... al menos públicamente.
Sabiendo que la mayoría del pueblo nicaragüense era cristiano, fingió acercarse a las autoridades eclesiásticas, tomó algunas actitudes que avalaban las buenas relaciones entre Iglesia y Estado y, junto con Rosario (recién casados por la Iglesia), pretendieron ganarse al pueblo con palabras evangélicas de "amor", "reconciliación", "caridad", "paz", etc.
Con esta simulación llegaron nuevamente al poder en 2007 ¡y pronto cayeron las pieles de las ovejas y se dejaron ver los lobos con las fauces abiertas!
Rosario, afín a la brujería desde joven, y Daniel, con el marxismo en las venas, empezaron a concentrar el poder en sus manos, a suprimir libertades, a manipular al pueblo -al principio- a través de Sacerdotes promarxistas y activistas de la Teología de la Liberación, y a limitar la voz y alcances de los católicos. De tal forma que el Gobierno, que decía pelear por el pueblo, se alejaba cada vez más de él y la oposición a Ortega fue creciendo. Los que se le opusieron abiertamente, terminaron en la cárcel, mientras que los que callaron por prudencia o temor a la represión esperaban mejores momentos.
La gota que derramó el vaso fueron las reformas que Ortega hizo en temas de salud y de pensiones y que afectaban considerablemente a los nicaragüenses. Entonces, en abril de 2018, ¡el pueblo se envalentonó y se manifestó multitudinariamente por las calles! Ortega, atemorizado, no hizo sino sofocar violentamente dichas protestas, inspirado por el grito de la "evangélica" bruja: "vamos con todo". Así terminaron los levantamientos: con más de 350 muertos -cifras oficiales, seguramente fueron muchos más-, miles de heridos, muchos encarcelados, la Organización de los Estados Americanos (OEA) y más de 1000 ONG´S expulsadas del país. Y particularmente grave para nuestro tema, fue que los Obispos y Sacerdotes fueron acusados de organizar la rebelión y amenazados de muerte.
Así llegamos a la "prisión domiciliaria" del Obispo Rolando Álvarez quien, desde el 4 de agosto de 2022, ha estado sitiado en la propia sede episcopal por el crimen capital de haber denunciado desde hace tiempo las arbitrariedades de un gobierno dictatorial y anticristiano.
La endemoniada persecución desatada por la pareja exsandinista, los embrujados y embriagados de poder, llegó al colmo de irrumpir y atacar templos, y cerrar media docena de Radiodifusoras cristianas.
Católicos del mundo entero: los enemigos de la Iglesia ya volvieron a desenvainar la espada y con lujo de violencia, odio y burla, se están volcando contra todo aquello que sea católico: Obispos, Sacerdotes, Religiosas, fieles, templos, crucifijos, imágenes sagradas, etc.
Todo quieren destruir en las llamas de fuego bajo la pérfida sonrisa de los embrujados o endemoniados... ¡cual siniestro aquelarre!
¡Cuidado, Ortega! ¡Cuidado, Rosario!... Ya están viejos y las llamas del averno los acechan.