¡ LA MARIONETA ¡

¡ LA MARIONETA ¡

Por J. C. M.

¿Qué sentirá la marioneta, que depende de los hilos que la mueven?... ¿Qué sentirá en su interior al sentir que su voluntad no es la suya? ¿Qué sentirá al mentir, al ver que su mentira es el de las manos que lo agitan? ¿Ser un instrumento que ha sometido su decisión, a la decisión ajena?... Un pelele en manos de su amo. ¿Qué le prometieron para aceptar semejante vileza?

A los enamorados de antaño, el gentil mancebo prometía bajarle la luna y las estrellas, pero este terco enamorado de la izquierda, embobado por los que menos tienen, distrae, roba y esquilma para dar lo que no es suyo.

Pobre Robin Hood que, apoyado por la plebe, roba y asesina al pueblo al que ofreció una esperanza.

No es por su bondad, es por compromiso; tiene que cumplir el pacto jurado en las tinieblas, tiene que beber del nefando cáliz del oprobio para satisfacer con sangre el mandato del averno.

Despojo, desvío, cancelación, rechazo y despido son los argumentos de su infamia.

Navega con bandera blanca, y al ponerse a tiro, eleva la bandera negra del pirata. Destrucción, hambre y dependencia es la ley que impone con el aplauso de los borrachos de taberna.

Cuando el agua llegue a los aparejos no habrá una cuerda que lo salve, sólo la soga del cadalso.

¿Por qué solicitó un millón de bolsas cadavéricas? ¿Por qué en la pandemia bolsas en lugar de ventiladores que salven vidas?...

¡Bolsas cadavéricas para sanear su indiferencia que comparte con la Élite que lo manda a encabezar el matadero que le ordenan!


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